sábado, 11 de abril de 2020

En el frío del enlosado

Próximo al "Día de la Preparación" y en un sepulcro vacío


"El entierro de Cristo" Juan de Juni. Museo Nacional de Escultura de Valladolid

Intentamos a través de este espacio que hemos titulado Con cáñamo incorporar a modo de editorial, humildes y sencillas reflexiones que puedan servir a nuestro colectivo docente (y a todo el que le interese), como forma y manera de ir creciendo en ese aunar esfuerzos en favor de nuestra bella y rica tarea docente.

Hoy es "Sábado Santo", también lo conocemos como "sábado de gloria" y así se le donominó hasta la reforma litúrgica de la Semana Santa del papa Pío XII (encargarda en 1955 a Monseñor Annibal Bugnini), nombre con el que era conocido tal día como hoy porque la celebración de la Resurrección del Señor (Vigilia Pascual), se llevaba a cabo desde la mañana del sábado "apertura de la Gloria".


La Iglesia entera hoy silencia su boca y solo habla a través de los labios del corazón para pronunciar una oración clamorosa junta a María, soledad dolorosa que frente a la muerte nos representa a todos ante el drama de quien aparentemente se ríe como vencedora y con ella igualmente parece reir triunfante el pecado. Pero sabemos que el final no es así y los profesores de religión, con identidad y sentido educativo en nombre de la Iglesia, porque es ella quien nos envía en al ámbito socio-educativo a dar clases de Religión, debemos y sabemos dar testimonio de lo que es verdad y vida porque si Cristo no ha resucitado, tanto nuestro anuncio como nuestra fe carecerán de sentido (1 Cor 15, 14).


Es esta confianza en un triunfo pleno, lo que lleva a maestros y profesores de religión a caminar diariamente en el aula, siempre con nuestros alumnos, ante nuestros compañeros y ante las comunidades educativas, como profesionales que damos una respuesta clara de confianza y de amor en nuestro trabajo, una respuesta honda y profunda desde la fe. Desde una fe cristiana que sabe dar respuestas ante los complicados interrogantes que nos presentan la cultura y la sociedad de hoy (más en estos terribles momentos), que por nuestra parte no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído (Hch 4, 20).

Hoy Sábado Santo, no vemos porque nuestros ojos lloran por la muerte del Maestro y con su sepultura, parece que está también sepultada la riqueza inagotable del ser humano y al morir Cristo parece que la vida que Dios nos ha dado también ha muerto. 

Ante el frío enlosado de la piedra que tapa su tumba, reflexionamos y enseñamos (enseñaremos a nuestros alumnos), que la muerte no tiene la última palabra sobre nuestra existencia. Que todo tiene sentido y que en el mundo y sobre el mundo, debemos reflexionar en este día de meditación e interiorización, que no es un mundo de caos y ciego, sino "cosmos", es decir, realidad ordenada y buena para que nuestros alumnos entiendan que el hecho fundamental de la vida de Jesús es su muerte.


Hoy es momento de silencio. Hoy es tiempo de espera. Hoy, empieza a ser ya momento de aclararse ante la niebla espesa de la muerte y del pecado, para reconocer al crucificado como Mesías y confesarlo como Señor de la gloria ( 1 Co 2, 8) y entonces poder gritar a voz rota: "La muerte ha sido devorada por la victoria ¿Donde está, muerte tú victoria? ¿Dónde tu venenoso aguijón?" (1 Cor 15, 54-55).

 Pero aún no...aún es tiempo de espera. Sin impaciencia o si se prefiere, con paciencia y en compañía de la Madre. Con un silencio que quiere mirar lo que parece invisible pero que se nos hará realidad y así nosotros, profesores de Religión, sabremos testimoniarlo, porque lo habremos visto y vivido. Os deseamos un feliz y esperanzador Sábado Santo.